(Ital el JDRHM) El Libro de los Dragones
Aquí continúan las aventuras de los jugadores de la Asociación Juvenil Tierra Nueva de Los Corrales de Buelna. Una mezcla de grandes campañas, con otras partidas mas contenidas en las que aprovechaba para ir dotando de mayor contenido al nuevo mundo.
EL LIBRO DE LOS DRAGONES.
En esta era de oscuridad, mirando el pasado es fácil descubrir aquellos indicios que nos podrían haber ayudado a descubrir que era lo que nos deparaba el futuro, pero, siendo inútil lamentarse, mi esposo Sûlmen Gorma de los Diantari y yo Alq-Kenafin-dû de los Osrhan, reyes de Alquand en el
continente de Ánsata, ponemos por escrito nuestros escasos conocimientos sobre lo ocurrido con la esperanza de que las generaciones sucesivas sepan cuales fueron nuestros errores y nuestros aciertos, y no nos juzguen con excesiva dureza.
LA ERA DE LAS GUERRAS CIVILES.
Los Héroes de las Llaves supervivientes, estaban entonces combatiendo contra sus viejos enemigos por la posesión de un artefacto, un guantelete, que poseía el raro poder de permitir a quien fuera, utilizar el poder de las Llaves sin peligro. Pero nuevos personajes habían entrado en escena, entre ellos Cintya Yrg la Emperatriz de Kislavhia, que antes lo fue de Quanor; Taz el Uro y Zhaan el dracoforme, que inconscientemente habían dejado la puerta abierta para el asalto de Akasa en las montañas de Thyrrión y Morangul el Traidor, del Clan de Fuego, quien había dado nueva vida al antiguo Señor del Caos Gulcam.
En el último momento, el bando de los Héroes de las Llaves parecía que había vencido, pero, durante las negociaciones de paz en Norquack, Morangul, con la ayuda de Minos el Tauro de Knox, embajador de Dragmallem, el reino khuzkazal que se alzaba sobre las ruinas de Vinkgord, robó el artefacto en cuestión. Sin embargo, el artefacto no llegó a su destino, el reino de los hermanos Dragmall fue arrasado por las criaturas de Akasa y el guantelete desapareció. No obstante, el ataque de los demonios de Akasa fue rechazado por los nuevos héroes en colaboración con los viejos y la paz, aunque parcial, se instauró de nuevo.
Asi dio comienzo una época de paz e intercambios entre el Viejo Continente y las nuevas tierras de Ánsata, descubiertas poco antes por Dork-Kenafin-Dû de los Osrhan y Alessan Sabatius de Khenma. Esta época de prosperidad duró hasta la llegada de los Draktar.
Durante la II Guerra de las Llaves, algunos guerreros decían haber visto unas majestuosas pero sombrías figuras moverse entre los ejércitos enemigos, pronto, los soldados dieron un nombre a esos fantasmas de leyenda: Los Hijos de Mordyr. Pero nadie sabía quiénes eran en realidad, aún hoy no es seguro, algunos creen que fuesen los últimos de los Featath, supervivientes a costa de venderse a aquel que causó la caída de su raza. Pero nosotros, en aquellas figuras creemos identificar a los primeros Draktar, ni humanos, ni dragones, sino el último paso en la evolución de los dragones de Lundune. Pues de lo contrario, si fuesen en verdad los Featath, los padecimientos actuales no serían nada en comparación con los que nos reservaría la Familia Condenada de los Elfos. Pero en aquel tiempo, vivíamos sin miedo al futuro, inmersos en nuestros pequeños problemas, víctimas de nuestras mezquinas ambiciones, de manera que sin darnos cuenta, nos convertimos en los títeres de una comedia dirigida en las sombras por nuevo enemigo, poderoso e inhumano. Pallanthia fue el primer reino que minaron, pues siempre había sido capaz de resistir todos los ataques que se le habían dirigido, al igual que Radock.
Pero al contrario que en Radock, en Pallanthia el Mundo de los Sueños del N´arcan sin nombre tiene una presencia de gran importancia, y sus luchas intestinas, frecuentemente afectan al Mundo de la Vigilia, como ellos llaman a Ital. Así que, aprovechando un momento de dificultad del reino en la sucesión al trono. Aliándose con Caródamon el Señor de la Corte oscura, incitaron a guerrear entre sí a los palanthios. Del mismo modo incitaron las ambiciones de Karameth el Poderoso y a Annaivella la Cazadora, ayudándoles incluso a separarse de Enquiol y fundar los reinos de Martogo y Arras. Como antes habían alimentado la ambición del depuesto Shin, último Rey de Omn, cuyo reino corrió el riesgo de ser absorbido por el Campo del Osario. Estos conflictos ayudaron a forjar una nueva generación de héroes destinados a enfrentarse a los Draktar, como Elgi Grun de Mindol, Bakur el Elfo Errante, Azor de Kaftran y Kyzrell de Malvan, que se enfrentaron con éxito a la primera oleada de estas criaturas y a sus intrigas. Pero nada les preparó para lo que llegó después, el vacío abrió una brecha en el Norte y la realidad era amenazada con ser engullida por la nada, combatieron un enemigo sin forma y se sacrificaron por el mundo, pero la batalla causó daños irreparables en la magia de Ital, los espectros de poder se debilitaron y las plegarias de los clérigos dejaron de ser escuchadas.
Los mortales no lo sabían aún, estaban indefensos, había comenzado la Era de los Dragones.
EL LIBRO DE LOS DRAGONES.
En esta era de oscuridad, mirando el pasado es fácil descubrir aquellos indicios que nos podrían haber ayudado a descubrir que era lo que nos deparaba el futuro, pero, siendo inútil lamentarse, mi esposo Sûlmen Gorma de los Diantari y yo Alq-Kenafin-dû de los Osrhan, reyes de Alquand en el
continente de Ánsata, ponemos por escrito nuestros escasos conocimientos sobre lo ocurrido con la esperanza de que las generaciones sucesivas sepan cuales fueron nuestros errores y nuestros aciertos, y no nos juzguen con excesiva dureza.
LA ERA DE LAS GUERRAS CIVILES.
Los Héroes de las Llaves supervivientes, estaban entonces combatiendo contra sus viejos enemigos por la posesión de un artefacto, un guantelete, que poseía el raro poder de permitir a quien fuera, utilizar el poder de las Llaves sin peligro. Pero nuevos personajes habían entrado en escena, entre ellos Cintya Yrg la Emperatriz de Kislavhia, que antes lo fue de Quanor; Taz el Uro y Zhaan el dracoforme, que inconscientemente habían dejado la puerta abierta para el asalto de Akasa en las montañas de Thyrrión y Morangul el Traidor, del Clan de Fuego, quien había dado nueva vida al antiguo Señor del Caos Gulcam.
En el último momento, el bando de los Héroes de las Llaves parecía que había vencido, pero, durante las negociaciones de paz en Norquack, Morangul, con la ayuda de Minos el Tauro de Knox, embajador de Dragmallem, el reino khuzkazal que se alzaba sobre las ruinas de Vinkgord, robó el artefacto en cuestión. Sin embargo, el artefacto no llegó a su destino, el reino de los hermanos Dragmall fue arrasado por las criaturas de Akasa y el guantelete desapareció. No obstante, el ataque de los demonios de Akasa fue rechazado por los nuevos héroes en colaboración con los viejos y la paz, aunque parcial, se instauró de nuevo.
Asi dio comienzo una época de paz e intercambios entre el Viejo Continente y las nuevas tierras de Ánsata, descubiertas poco antes por Dork-Kenafin-Dû de los Osrhan y Alessan Sabatius de Khenma. Esta época de prosperidad duró hasta la llegada de los Draktar.
Durante la II Guerra de las Llaves, algunos guerreros decían haber visto unas majestuosas pero sombrías figuras moverse entre los ejércitos enemigos, pronto, los soldados dieron un nombre a esos fantasmas de leyenda: Los Hijos de Mordyr. Pero nadie sabía quiénes eran en realidad, aún hoy no es seguro, algunos creen que fuesen los últimos de los Featath, supervivientes a costa de venderse a aquel que causó la caída de su raza. Pero nosotros, en aquellas figuras creemos identificar a los primeros Draktar, ni humanos, ni dragones, sino el último paso en la evolución de los dragones de Lundune. Pues de lo contrario, si fuesen en verdad los Featath, los padecimientos actuales no serían nada en comparación con los que nos reservaría la Familia Condenada de los Elfos. Pero en aquel tiempo, vivíamos sin miedo al futuro, inmersos en nuestros pequeños problemas, víctimas de nuestras mezquinas ambiciones, de manera que sin darnos cuenta, nos convertimos en los títeres de una comedia dirigida en las sombras por nuevo enemigo, poderoso e inhumano. Pallanthia fue el primer reino que minaron, pues siempre había sido capaz de resistir todos los ataques que se le habían dirigido, al igual que Radock.
Pero al contrario que en Radock, en Pallanthia el Mundo de los Sueños del N´arcan sin nombre tiene una presencia de gran importancia, y sus luchas intestinas, frecuentemente afectan al Mundo de la Vigilia, como ellos llaman a Ital. Así que, aprovechando un momento de dificultad del reino en la sucesión al trono. Aliándose con Caródamon el Señor de la Corte oscura, incitaron a guerrear entre sí a los palanthios. Del mismo modo incitaron las ambiciones de Karameth el Poderoso y a Annaivella la Cazadora, ayudándoles incluso a separarse de Enquiol y fundar los reinos de Martogo y Arras. Como antes habían alimentado la ambición del depuesto Shin, último Rey de Omn, cuyo reino corrió el riesgo de ser absorbido por el Campo del Osario. Estos conflictos ayudaron a forjar una nueva generación de héroes destinados a enfrentarse a los Draktar, como Elgi Grun de Mindol, Bakur el Elfo Errante, Azor de Kaftran y Kyzrell de Malvan, que se enfrentaron con éxito a la primera oleada de estas criaturas y a sus intrigas. Pero nada les preparó para lo que llegó después, el vacío abrió una brecha en el Norte y la realidad era amenazada con ser engullida por la nada, combatieron un enemigo sin forma y se sacrificaron por el mundo, pero la batalla causó daños irreparables en la magia de Ital, los espectros de poder se debilitaron y las plegarias de los clérigos dejaron de ser escuchadas.
Los mortales no lo sabían aún, estaban indefensos, había comenzado la Era de los Dragones.
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