(Ital el JDRHM) El Consejo de los Grandes Sabios
EL
CONSEJO DE LOS GRANDES SABIOS.
El
año 25 después de la Segunda Guerra de la
Llaves, Shira, la Suma Sacerdotisa de Namcor, Señor del Saber
Infinito, y Suma Teócrata Regente del Imperio de Enquiol, convocó a
todos los grandes sabios de los dos continentes, sin importar credo,
reino o condición, bajo las ramas del Arbol Sagrado del Saber, al
corazón de Enquiol, capital de su imperio, al interno de la Magna y
Sacra Biblioteca Eterna del Supremo Templo de Namcor, para convertir
en realidad su más preciado sueño: La
Itarca, la compilación definitiva del saber
de su era y de las eras pasadas.
Muchos
respondieron a su llamada, tanto del continente de Ánsata como de
los antiguos reinos de Ital, todos tuvieron su lugar en la Biblioteca
Eterna, ni siquiera los asientos reservados a Ankaris de Khenma y a
Absuragath de Morskul, quedaron vacíos, pues enviaron embajadas en
respuesta a la convocatoria hecha por su secular enemigo. Incluso
Nadie, el Señor de las Pesadillas, estuvo presente, más fue en los
sueños de aquellos que eligió como sus portavoces para las diurnas
sesiones del Consejo.
De esta
manera, al igual que en los tiempos anteriores a la Edad de los
Lamentos, los Amos del Saber, se reunieron entorno a una mesa, donde,
por meses enteros compartieron el fruto de sus investigaciones,
aunque no todo, como se descubrió amargamente mucho después.
Sin
embargo, los días luminosos brillan siempre en nuestros recuerdos,
por más que el presente nos sea adverso y el futuro nos parezca
oscuro, por eso, y con la esperanza puesta en días mejores, hoy, en
el año 2 después de la Caída en el Vacío, bajo el dominio de los
Señores de los Dragones, yo Alq-Kenafin-dû de Ánsata, confío al
pergamino estos extractos salvados de La
Itarca, con la ayuda de mi memoria y de la de
mi amado esposo, Sûlmen Gorma de Alquand.
EL
LIBRO DE LAS ERAS.
LA
ERA DE LA CREACIÓN.
De todos
los reunidos allí aquel día de gloria, fue Caenkidu de Mindol
quien mayor luz arrojó sobre la más remota de las Eras del Mundo,
su discurso convenció a todos, pues a todos los credos allí
representados convino su postura y su moderada exposición de sus
teorías, y, así, incluso las embajadas del sur honraron su palabra
y su conocimiento.
Así
pues, según las tradiciones de los antiguos elfos de Mindol, de los
cuales era Caenkidu portavoz, al inicio de todo, no existía nada,
nada salvo Arcan, el Padre de Todo. Quien en el alba de los tiempos
creó en el Vacío a la oscuridad, a la cual hizo arder en varios
puntos, creando así las estrellas, de esta manera, las chispas de
las primeras estrellas, a su vez, incendiaron la oscuridad en
múltiples puntos, inundando de luz la oscuridad en torno a Arcan.
Sin
embargo, aquel lugar pleno de luz y de energía carecía de vida, y
no era el deseo de Arcan que permaneciese así, el deseo de su
corazón era otro, y del núcleo incandescente de las estrellas
surgieron los frutos de este deseo divino, cada uno hijo de una
parte del ser de su padre, y él les dio un nombre a cada uno, un
nombre secreto, que revela a quien lo conoce el origen y naturaleza
de su poder.
Pero, al igual que Arcan tuvo sus anhelos y deseos en el origen de la creación, sus jóvenes hijos compartían con él gran parte de sus inquietudes, aunque careciesen de su sabiduría y poder. Por esta causa, Arcan les guió en sus deseos, les enseñó a soñar y a hacer realidad sus sueños, y en aquel tiempo la armonía reinó entre ellos.No obstante, la última lección que les quedaba por aprender a sus hijos, nadie se la podía enseñar, por lo cual, les abandonó, dejándolos a cargo de aquella realidad que habían forjado con la materia de sus sueños, para que en esa labor, aprendiesen lo que es la responsabilidad que conlleva la posesión y el uso del poder.
Pero, al igual que Arcan tuvo sus anhelos y deseos en el origen de la creación, sus jóvenes hijos compartían con él gran parte de sus inquietudes, aunque careciesen de su sabiduría y poder. Por esta causa, Arcan les guió en sus deseos, les enseñó a soñar y a hacer realidad sus sueños, y en aquel tiempo la armonía reinó entre ellos.No obstante, la última lección que les quedaba por aprender a sus hijos, nadie se la podía enseñar, por lo cual, les abandonó, dejándolos a cargo de aquella realidad que habían forjado con la materia de sus sueños, para que en esa labor, aprendiesen lo que es la responsabilidad que conlleva la posesión y el uso del poder.
Abandonados
por su padre, los N´arcan se separaron, unos vagaron por el Vacío
en busca de respuestas a sus deseos, otros en busca de su padre,
pero otros, los más, partieron en busca de aquel pedazo de realidad
que había supuesto la materialización de sus sueños. Solo uno se
quedó en el centro del Vacío, el N´arcan Durmiente, aquel cuyos
sueños cubren el Tapiz de los Mundos, aquel que se alzará antes
del Final de los Tiempos para anunciar el retorno de Arcan y
decantar la batalla de los N´arcan para un bando u otro. Sin
embargo, los más de entre ellos llegaron a Ital.
No
se sabe que fue lo que encontraron en su periplo, aquellos que más
conocimientos atesoraron sobre la naturaleza del Vacío y de los
N´arcan, fue la familia élfica de los Caídos, pero aquel
conocimiento les llevó a una guerra contra los N´arcan que sacudió
los cimientos de la realidad y les condujo a la derrota y al olvido.Cuando la discusión entorno a lo expuesto por Caenkidu
terminó, se dio paso a la compilación de las historias relativas a
la Era de la Acogida, de las cuales, las más antiguas eran las del
Maestro del Gremio de Bardos de Dalemir, el elfo Almird de Norquack.
Y así comienza la historia del mundo de Ital. Poco a poco, entrada tras entrada, iré compartiendo con vosotros estas y otras historias. Espero que os gusten.
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ResponderEliminarMuchas gracias!! La idea es ir añadiendo contenido un par de veces por semana, sin agobiar :)
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