(Píldoras Literarias) La trilogía sobre Escipión el Africano de Santiago Posteguillo.

        Hola a todos.


Continúo con mis lecturas de novela histórica ambientadas en la antigua Roma. Hoy le toca a Santiago Posteguillo y su trilogía sobre Escipión el Africano. Pero antes permitidme un inciso.

Hubo un tiempo, cuando la antropología de campo daba sus primeros pasos, en el que los pioneros de la disciplina, mitad aventureros con experiencia militar, mitad científicos con formación en geografía y biología, observaron con perplejidad una costumbre extendida entre las comunidades llamadas por ellos “primitivas”.

Una y otra vez presenciaban que al cazador que se cobraba más y mejores presas, a la hora de repartir la carne, le entregaban la peor parte de la pieza. “¡Castigan la iniciativa!” Exclamaban a su regreso en sus conferencias. “Desincentivan el esfuerzo” sentenciaban en sus ensayos.

Poco imaginaban, imbuidos como estaban en ese momento histórico de ideas propias de “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” que aquellos a quienes llamaban “primitivos” sabían lo que buscaban con esa conducta:

  • De un lado, evitar la sobreexplotación de los recursos de los que dependían (no como los occidentales con los búfalos, las palomas de la Carolina o los pájaros dodos, por citar unos pocos ejemplos).
  • Por otro, mantener el orden social dentro del grupo evitando que ese habilidoso cazador obtenga influencia sobre sus iguales y desafíe la autoridad del consejo de ancianos.
  • Y por último preservar la convivencia intergrupal manteniendo una relativa igualdad dentro de la mayoría de los miembros de dicha comunidad. En algunos casos extremos esta igualdad se reforzaba mediante la destrucción cíclica de bienes y viviendas.

Al clavo que sobresale...

¿Qué tiene que ver esto con la obra de Posteguillo sobre Escipión? Pues mucho: “Roma no necesita reyes” repiten los opositores al héroe de esta trilogía. Primero le mandan a guerrear contra los hispanos sin derecho a reclamar un triunfo en caso de regresar victorioso. Después le escatiman recursos o se niegan a refrendar acuerdos donde empeñó su palabra para limitar su influencia. Y por último le buscan pleitos que ponen en entredicho su honorabilidad y la de su familia.

De hecho, el paralelismo con el trato que reciben los bárquidas por el Senado de Cartago no deja de ser todo un aviso para navegantes.



De este modo, los libros de la trilogía tienen un carácter claramente diferenciado:

  • En el primero Posteguillo nos cuenta los primeros años de su héroe haciendo hincapié en los modelos familiares, encarnaciones de las virtudes por las que los romanos querían ser recordados: temor a los dioses, respeto a los mayores, vigor militar, frugalidad, rectitud de palabra y obras, entrega, sacrificio… la reencarnación de Eneas. 
  • El segundo libro es el del apogeo del héroe, sus mayores triunfos en el campo de batalla y en la turbulenta política romana. Es además un libro de redención, de segundas oportunidades para las “Legiones Malditas” que le dan nombre.
  • El tercero viene teñido del lógico tono crepuscular. Es “La Traición de Roma” para con su hijo más brillante. En él cristaliza el común final de los llamados “héroes hegelianos”, aquellos que surgen en momentos de crisis o decadencia de su sociedad para dar inicio a una nueva época y ser defenestrados a continuación.

Por lo tanto, es una trilogía de alto contenido bélico, al estilo de las novelas de Quinto Licinio Cato escritas por Simon Scarrow, pero en la cual hay espacio para la vida familiar y social de los personajes, más en la línea del Uhtred de Bernard Cornwell. En mi cabeza resulta imposible escribir sobre Escipión sin darles también protagonismo a su esposa, Emilia Tertia, y a sus hijas, personajes que Santiago Posteguillo sabe aprovechar.

Además dice mucho a favor del autor que, pese a escribir sobre un conflicto cuyo final es de sobra conocido, la narración se mantiene fresca y emocionante sin necesidad de alejarse en demasía de las fuentes clásicas que nos han llegado de él, ni de introducir elementos sobrenaturales. 

Diez libros tengo en casa de Santiago Posteguillo: los tres de Escipión, los tres de Trajano, los dos de Julia (estos ocho ya los he leído), y los dos de Julio César (en espera de ponerme a leerlos). Otro día os hablaré de los que ya han caído. Primero le tocará a “Los idus de enero” de Javier Negrete.

No puedo despedirme sin antes mencionar que, de los ocho libros leídos de Posteguillo, son estos tres en los que considero que mejor ha desarrollado a los antagonistas de su héroe. Tanto los enemigos externos, los bárquidas, como los internos, los senadores romanos, y hasta los númidas con sus cambiantes lealtades, se perciben como personas reales, completas, con valores, ambiciones y prioridades que se pueden entender e incluso, en algún caso, compartir. No son para nada meros “villanos con mostacho”. Espero que también su Pompeyo esté a la altura del título con el que pasó a la posteridad: “el Grande”.

Esto es todo por hoy. Os dejo con los italianos de Furor Gallico y su “Canto d'inverno”:



A estas alturas a ninguno os pillará por sorpresa que simpatice con los bárbaros. ¿Verdad que no?

Nos leemos.

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