(Píldoras Literarias) La serie de Marco Didio Falco por Lindsey Davis.

Hola a todos.

Hoy os voy a hablar de la serie de novelas policiacas ambientadas en la Roma de Vespasiano escritas por la británica Lindsey Davis. La primera vez que oí hablar de estos libros fue de boca de Mar Marcos, profesora de Historia Antigua en la Universidad de Cantabria. Sin embargo, no fue hasta años más tarde, ya terminada la carrera, que los empecé a leer.

Son veinte obras, no las he leído todas, me salté uno o dos libros, y además tiene una continuación con Flavia Albia, la hija adoptiva de los protagonistas, de la que sólo he leído el primero.

Están publicadas por Edhasa, de manera que cuentan con una edición de calidad. Tapa dura con camisa. Traducción y corrección cuidada. Yo las tomé prestadas en la biblioteca pública Gabino Teira de Torrelavega.

El personaje central de la serie es Marco Didio Falco, un informante de la época, lo que viene a ser un detective privado de hoy en día. Arruinado, su padre abandonó a su familia por otra mujer, su hermano mayor murió sirviendo en las legiones, ejerce de cabeza de familia de los Didio, aunque sus hermanas y la viuda de su hermano poco caso le hacen. Su principal objetivo en la vida al comenzar la serie es reunir el capital suficiente para entrar en el orden ecuestre. Trabaja ocasionalmente para los Flavios, pero aquí Vespasiano confirma su famosa tacañería y exige mucho para lo poco que paga. Mientras cumple con uno de sus trabajos, Marco, de ideas republicanas, conoce a Helena Justina, una joven de familia senatorial e ideas adelantadas a su época.

A lo largo de las novelas presenciaremos diferentes etapas en su relación. Además, gracias a ella, la autora nos ofrece una visión de arriba a abajo de la sociedad romana. Entre Marco y Helena se recorren cada estamento y lugar de interés de esta Roma ligeramente resacosa por los excesos de la dinastía anterior. 

Por si ellos dos no fueran suficientes, Lindsey Davis nos regala la vista con un variopinto repertorio de personajes recurrentes: familiares, amigos, vecinos y no tan amigos; quienes aportan viveza, y no poco humor, al relato. El golfo del padre de Marco y su negocio de antigüedades. Anacrites y su rivalidad con Marco. Su vecina, la dueña de la lavandería. Su amigo Petronio con su amor por sus hijas y gusto por el buen vino. Los padres y hermanos de Helena. Y tantos otros.

En cuanto al tono de las novelas, este es variado. Algunas se prestan al humor como “El Oro de Poseidón”. Otras emulan el estilo de Agatha Christie, con esos turistas romanos visitando Grecia en “Ver Delfos y Morir” a los que me resulta fácil imaginar no muy distintos de británicos en pleno ”Grand Tour”. En tanto que otras viran hacia la novela negra: “Tres Manos en la Fuente” o “Una Virgen de Más”.

Fue precisamente ese cambio de tono el que me hizo parar por un tiempo. De un enfoque relativamente amable, tipo “El Mentalista”, pasó a otro más oscuro a lo “Mentes Criminales” y no estaba por la labor. Además, el personaje de Marco ya estaba completo. Al igual que Leonard al final de “The Big Bang Theory”, Falco ya tenía todo lo que había buscado. Pero aún así la autora insistía en desmerecer al personaje insistiendo en el papel de perdedor (buen hombre igual a pobre hombre). Peor aún, el humor de libros anteriores dio paso a una suerte de condescendencia, y pocos, o ningún personaje, se salvaba de la afilada pluma de la autora. Puede que se debiera al mal momento en que me encontraba (eran los años del escitalopram), pero el caso es que el vino se me antojó vinagre. Y dejé descansar los libros de esta mujer.

Años después, con motivo del primer libro de la hija adoptiva británica de Marco y Helena, regresé a las retorcidas calles del Aventino y aledaños. Por momentos recobra el aire fresco de los primeros libros. Nos pone al día de las vidas de toda la familia. Introduce al que puede que haya resultado ser el antagonista recurrente de Albia (no seguí más allá del primer libro de esta nueva serie). Toca temas propios de la adolescencia: la construcción de la identidad, la búsqueda de su lugar en el mundo, la necesidad de aprender por experiencia propia, el conflicto generacional… pero lo sentí forzado y claramente orientado a un tipo de lector con el que no me identifico. No obstante, conservo un grato recuerdo de estas novelas y os recomiendo que las deis una oportunidad, por lo menos a las cinco primeras.

Eso es todo. Os dejo con Joaquín Sabina y “Una de Romanos”:



Nos leemos.


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