(Charlas con los Lectores) 48 vueltas al Sol.
Hola a todos.
Aquí estamos de vuelta con un repaso a lo que ha dado de sí este último mes. Además, tal y como sugiere el título de la entrada, es mi cumpleaños. Veinticuatro años en cada pata. Tampoco tiene mucho mérito. Por ahora las estadísticas están a mi favor. Dicen que el 90% de los suicidas frustrados no reinciden. Lo malo es que también reconocen la existencia de un porcentaje desconocido de “suicidios blancos” o “silenciosos” que pasan por accidentes o muertes naturales.
Con este equipaje personal, “La biblioteca de la medianoche” atrajo mi atención. Leí varias opiniones, me pareció que sería una lectura amable y le di una oportunidad.
En principio tiene un planteamiento atractivo. Está bien escrito y correctamente editado. Pero la estructura de vida alterna, más vida alterna, más vida alterna… me resultó igual que la máquina de desaparecer cosas del niño de “Tommyknockers”: repetitiva.
No obstante, lo que menos me ha gustado es la idea de fondo, tipo Confucio, de “no aspires a una vida distinta a la que se te ha dado”. Mensaje que tras años de acoso: escolar primero; laboral cuando me marché de casa familiar después; y en mi vida diaria desde que murió mi padre y volví a trabajar para mi hermano mayor en la actualidad, pues me ofende.
Igual que en su día me ofendió aquella patente de corso de don Arturo Pérez-Reverte en la que criticaba que el tendero de al lado del Corte Inglés tuviera su negocio cerrado en fin de semana mientras su hijo “perdía” el tiempo estudiando una carrera en vez de aceptar que su sitio estaba detrás de un mostrador atendiendo a los señores clientes: ni estudiando entre ellos, ni trabajando entre ellos, ni mucho menos divirtiéndose entre ellos.
Algo parecido me vino a decir (al igual que otros sin mando en plaza) mi profesor don Ramón Teja cuando estaba con 23 años trabajando de panadero en turno de noche al tiempo que cursaba el primer (y último en mi caso) año de doctorado en su departamento de ciencias históricas. De hecho, uno de los temas que propuse para mí tesis era precisamente “La intolerancia religiosa en el mundo antiguo”. Os hablo del curso 2000/01. Aunque mi idea apuntaba al “Discurso contra los griegos” de Taciano en lo concreto y a una cuestión general que os sonará: ¿Qué hacemos con la obra de todos esos autores cuyas opiniones y/o acciones nos causan rechazo?
Debate que se repite una y otra vez. No sé si conocéis la historia aquella del sultán de Egipto al que preguntaron qué hacer con los libros griegos que quedaban en Alejandría (cada nuevo amo del lugar se había ido llevando los que quiso) y contestó:
“—Si están a favor del Corán, sobran. Si están en contra, son blasfemos.”
O la destrucción de los textos sagrados japoneses por los daimios budistas. O la del religioso Diego de Landa y el auto de fe de Maní durante el cual se destruyeron invaluables códices mayas. O la condena a la hoguera de Miguel Servet por los calvinistas. O el varapalo de Stalin a los estudios sobre genética de cultivos de la escuela de Stalingrado... La lista de decisiones tomadas por el poder de turno motivadas por prejuicios de índole variada es trágicamente larga.
Hablando de autores cuyas ideas suscitan reparos, este mes he leído “El jinete de luz” de José Javier Esparza Torres.
Había visto varias novelas suyas que a priori me resultaban atractivas (las del caballero del jabalí blanco): edad media, Reino de Asturias, pervivencias paganas, toques sobrenaturales… pero me preocupaba el sesgo que pudiera encontrarme.
El caso es que me apareció este libro en opción a préstamo en Kindle y me decidí a leerlo.
Lo primero he de decir que es el cuarto libro de la serie del caballero del jabalí blanco. Cierra hilos de libros anteriores. Se puede leer sólo, pero habría agradecido algún aviso más evidente al respecto.
Lo segundo, que al final, ni los buenos me han parecido tan buenos (salvo un par de secundarios), ni los malos tan malos. Aquí todos quieren más tierras y hombres que las trabajen por ellos. Y eso es algo que me gusta en la ficción histórica.
Mención especial para ese momento de vulnerabilidad de los jóvenes Mohamed y Lope en el que nos los muestran como chavalones que se acaban de dejar crecer el bigote tratando de despegarse de la sombra de sus padres. O la reflexión sobre las similitudes y penurias de los sufridos campesinos a un lado y a otro de la frontera.
Más pesadas se me hacían las partes de la corte de Oviedo. Mucha ceremonia y discursos para disimular lo frágil de su posición. El personaje de Ramiro me pareció bien desarrollado. Sus hijos, al menos en este libro, no. Tampoco es que les dediquen muchas páginas. La que más tiempo de escena recibe es la hija, Aldonza, y esa parte de la historia va a trompicones.
Lo que me he quedado es con ganas de leer más sobre las obras del Naranco. No sé si profundizará sobre ese tema en los libros anteriores. Algo al estilo del arquitecto sirio de Trajano en los libros de Santiago Posteguillo me habría gustado mucho.
Luego narra la batalla de Clavijo y la aparición de Santiago. Aquí tenemos a Ramiro y su hombre de confianza cargando con la planificación y la logística, a Gatón y Rodrigo con la épica guerrera y a los tres degolladores del de Mena con la frialdad del soldado profesional. Esta parte me pareció la más sólida.
Eso sí, apelar tan pronto a la idea de España, pues como mentar a la idea de Inglaterra en las novelas de Bernard Cornwell. Planteada como un concepto presente en la cabeza de unos pocos (tipo Alfredo de Wessex e Inglaterra en las novelas de Uhtred) me hubiera parecido mejor. A fin de cuentas, en lo que a nacionalismos se refiere, mi opinión está muy influida por las obras de Eric Hobsbawm: “Sobre el nacionalismo” y “La invención de la tradición”.
Ya puesto a pisar charcos, añadiré que los sentimientos identitarios pueden ser:
Centrípetos: ponen el foco en los puntos compartidos y proponen un proyecto de futuro en común.
Centrífugos: ponen el foco en las diferencias y proponen un proyecto de futuro excluyente.
Supongo que no hace falta que señale cual de estos dos modelos predomina en el discurso político actual. Hubo un tiempo en que por aquí todos fuimos romanos. Ese tiempo quedó atrás. Lo que no hemos dejado de ser es hormigas en un tarro.
“En 1940 intentamos arrebatarles su libertad por la fuerza y la defendieron con uñas y dientes. Está vez haremos del mundo un lugar tan aterrador que harán cola para entregárnosla” Si no recuerdo mal, estas fueron las palabras que pusieron en labios del villano Arnim Zola en la película del MCU “El primer Vengador”.
Así fue, grosso modo, la manera en que los nietos de los ciudadanos romanos que se pusieron en fila para firmar contratos de colonato con los caciques locales terminaron siendo siervos de la gleba. De manera que permitidme desconfiar de los aspirantes a padres de la patria aunque vengan con regalos.
Hablando de cómics, después de casi tres décadas, he completado mi colección del Thor de Walter Simonson editada por Forum:
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| Es fácil rastrear algunos de mis fetichismos hasta estas primeras lecturas. |
Además me he hecho con la precuela del “Futuro imperfecto” de Peter David. Tres tomos en tapa blanda un tanto irregulares. El mejor tal vez sea el primero (aunque pienso que le sobra el giro final por apresurado y anticlimático). El segundo mantiene el interés. Pero el tercero es un poco decepcionante. No soy fan de Namor (de hecho me cae fatal) y el fanservice constante a Doom me aburre un poco, pero aquí son personajes que quedan a la altura del betún. El trato dado a la Abominación, por el contrario, me ha sorprendido gratamente, tanto que me ha parecido lo mejor del tercer número (junto a la viñeta final del viejo Rick Jones).
En conjunto cumple rellenando el vacío temporal, en ocasiones roza el nivel de la historia original, pero solamente me parece recomendable para completistas y muy fans del personaje.
También me he leído la “Operación: Tormenta Galáctica” de los Vengadores. No recordaba que el Thor Masterson fuera tan zoquete. Torpe como el que se compra un bólido y lo estrella según sale del garaje, eso sí lo recordaba. Ese papel de bufón con la testosterona descontrolada lo solía interpretar Hércules. Lo mejor, el dibujo de Steve Epting. El resto, pues por ver la manera en que se sembraron las semillas de la enemistad entre el Capitán América y Tony Stark que llevaron a la Civil War y siguientes encontronazos entre ambos, tiene su aquel. Lo mismo por ser la "precuela", digámoslo así, de la historia "Máxima Seguridad" de Kurt Busiek.
En cuanto a la desintoxicación digital… pues epic fail my brothers and sisters. Ha sido como dejar de fumar y atiborrarse a comer. Me dio por probar el Magic the Gathering Arena. Y ahí estoy enganchado con una baraja blanca de gatos y ángeles y otra verde de chocobos.
Luego, el viaje de Sebas ha llegado a su tercio final. No creo que lo vaya a terminar este año. Diciembre es un mes de mucho trabajo.
Ahora estoy leyendo “Circe”, la niña sin amor. Ni Gregorio de Tours pintó un cuadro tan peyorativo de las divinidades clásicas como el que describe Madeleine Miller.
En fin, me despido hasta el mes que viene. Os dejo, es tiempo para recordar (Duncan Dhu):
Nos leemos.

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