(Píldoras Literarias) “Valour” de John Gwynne.
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Hola a todos.
Esta entrada va a ser breve, pues en líneas generales tendría que repetir gran parte de lo que ya dije en la píldora que dediqué a “Malice”: novela río, múltiples puntos de vista, capítulos cortos (demasiado cortos para mi gusto), distribución de “tiempo en pantalla” a cada uno de ellos un tanto errática…
La principal diferencia con la primera entrega de esta serie es el ritmo. Durante el primer libro John Gwynne se recrea en la descripción del pacífico día a día en la vida familiar de Corban. Aquí esa casi idílica existencia (a excepción hecha de Rafe y su camarilla de matones), abruptamente interrumpida en el libro anterior, ha quedado atrás. Ahora toca correr sin descanso, Corban y los suyos en busca de refugio y Nathair y compañía en pos de sus sueños de gloria. Todo ello sin perder de vista las penurias de los últimos de los Gadrai y la influencia corruptora de Lykos y sus piratas en una Tenebral que, anfiteatros de madera mediante, cada vez se parece más a la peor versión de Roma.
En líneas generales considero que en este libro pérdidas y ganancias están más equilibradas que en el anterior. Calidus y sus marionetas hunden con saña las garras en los resortes de poder de las Banished Lands, pero las briznas de resistencia comienzan a aglutinarse.
Igualmente, Corban sigue con su formación druídica sin que Gwynne la llame así en ningún momento: tradición oral, herrería, hierbas y emplastos, empatía animal, manejo de armas, ordalías físicas, viajes al otro lado, nociones de magia…
Sus compañeros están a otro nivel, pero ellos también dan un paso adelante en su periplo vital. Además se suman otros puntos de vista como el del gigante benothi y la medio hermana de Conall. También se empiezan a esbozar intereses románticos para Corban y su hermana. Definitivamente es un no parar: emboscadas, rescates, batallas campales, asedios, rituales oscuros… si el primer libro iba despacito, este no te da un respiro.
Ahora bien, a lo largo de la narración me he encontrado con “grumos” como los llamé en la entrada dedicada a “Malice”. Algunos pueden deberse a diferentes fases de escritura, mientras que otros son escenas que simplemente no me convencen.
De estás últimas destacaré dos de ellas: el prodigioso lanzamiento de venablo ejecutado por Jael y la facilidad con la que Camlin improvisa unas flechas incendiarias en medio de un combate sin que pierdan ni alcance, ni precisión, ni nada… Vale que es un recurso muy socorrido y peliculero, pero a lo largo de los años diferentes especialistas en armas de época me han convencido de que ni es fácil, ni eficaz, ni se ha usado tanto como nos han vendido. Y lo de Jael, eso de arrojar una “spear” (hasta ese momento usadas, e imaginadas, más como lanzas de caza a dos manos, o de caballería y menos como venablos) contra lo alto de una muralla aprovechando el impulso dado con el giro del caballo y acertar sin dar tiempo de reacción… pues mirad, como que "enarqué una ceja de incredulidad" 😅
De los restos visibles del proceso de reescritura resaltaré el estandarte del bull/boar de Narvon. Durante el primer libro es un toro, de repente en el segundo es un jabalí (como el que están asando y trinchando para Rhin cuando llevan ante ella al rey de Narvon) y luego vuelve a ser un toro… Si siempre hubiera sido un jabalí, la escena ante Rhin habría tenido su retranca: una burla al obtuso Owain, pero así no.
Por último, a título personal, lo que le hacen a Fidele me parece una guarrada. Admito que en el pasado yo mismo escribí cosas similares, pero es un registro con el que nunca me sentí cómodo. Por el contrario, me gusta como trata a Alcyon y Veradis. Se siente un poco como los marines leales atrapados en las legiones traidoras. El personaje que sigue sin despegar es Nathair. Por seguir con los paralelismos con la "Herejía de Horus", este primarca no se entera del Erebus que camina a su lado.
Lo que sí me ha gustado es la variedad de personalidades de entre los gobernantes que aparecen en este segundo libro. Las parejas formadas por Aquilius y Fidele y Brenin y Alona se parecían demasiado. Algo similar me transmitían Kastell y Veradis, casi separados al nacer. Tras la poda, el bosque se ve más despejado y los diferentes personajes se perfilan mejor.
Como algunos ya sabéis, ahora estoy con el tercero: “Ruin”. Ya os contaré. Por ahora os dejo con Gamma Ray y su “Gardens of the Sinner”:
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