(Píldoras Literarias) Los Caballeros Oscuros de Acero.
Hola a todos otra vez.
Antes de continuar el “maratón Gwynne” voy a compartir con vosotros mis impresiones sobre los dos tomos de tapa dura que tengo del elseworld medieval de DC.
Empezaré por reconocer que cuando vi la portada del primer tomo me hice una idea equivocada: Pensé que sería una especie de Batman medieval haciendo de Medieval Spawn con una estética a la par (error).
Después leí la sinopsis y creí que los padres de Superman habían llegado a la tierra en la Edad Media y alterado la línea temporal. Una historia al estilo de “Hijo Rojo” (error).
Al final resultó ser una dimensión alternativa en la que la humanidad sigue anclada en la Edad Media y cuya geografía no parece corresponder tampoco con la de nuestro mundo. Una tierra cuyo número desconozco (si es que la han incluido de alguna manera en la continuidad actual). De este modo, al estilo del arco de los Vengadores de K. Busiek con Morgana de villana, veremos a los Wayne, los El, las amazonas y muchos otros viejos conocidos en un entorno de tipo medieval superheroico. Algo al estilo de aquella “Terra X” de Marvel, o su más conocido 1602.
Como podéis deducir por las fotografías, me gustan estas iteraciones. Por lo general no presentan conflictos de continuidad y permiten desarrollar ideas diferentes. Ahora bien, en la historia principal de este primer volumen vemos a nuestros héroes comportarse de manera un tanto errática. Al principio resulta chocante, pero para eso son los elseworlds. Luego los tiempos y lugares en que se cruzan unos y otros suscitan interrogantes. Y por último las piezas encajan y se destapa el pastel… pero queda un poco forzado, tirante. Una lástima, pues el color y la luminosidad del arte gráfico se va adaptando al tono de la historia de forma perfecta.
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Hay paneles más espectaculares, pero intento no destripar demasiado la trama. |
No puedo decir lo mismo de las otras dos historias que complementan el primer volumen. De estas dos me quedo con la de los Robins. Me gusta el contraste entre el escenario de pulcritud y riqueza de la historia principal y la pobreza y suciedad del día a día de la banda de huérfanos. La tercera historia queda bien para justificar la mentalidad del joven príncipe Bruce antes de cruzarse con los Kent, pero me chirría por el uso de una kryptonita que su yo de más edad desconocía.
Más redondo me ha parecido el (para mí inesperado) segundo volumen ambientado en esa misma realidad. En esta ocasión lo protagoniza un “Deathstroke vikingo”. También me ha sorprendido la edición de tapa dura con camisa.
Esta vez tenemos ante nosotros una historia de espada y brujería superheroica. Veteranos mercenarios desencantados con la mierda de mundo que los rodea (del que tienen su parte de culpa) en lo que puede ser una misión de redención o la definitiva palada de estiércol en la que ahogarse. Esta historia sí que se acerca al tono que prometen las portadas de ambos volúmenes.
Además, para deleite de los viejos lectores de “La Espada Salvaje de Conan”, el guion obliga a alternar blanco y negro con color de manera ingeniosa. Por ponerle alguna pega, la introducción de Batman es un poco… como la llegada del gran elfo en “Los Anillos de Poder”, y el desenlace pienso que es demasiado feliz.
En cuanto a la historia complementaria, desarrolla algo de lo que los Kent hablan en el primer tomo sin bajar la calidad del dibujo y con un chiste oculto un tanto retorcido a costa del hombre tiburón.
Como dije, este tomo me parece mejor que el primero (que tampoco digo que sea malo, ojo), pero sin leer el anterior hay detalles que os pueden desconcertar.
Esto es todo por hoy. En unos días publicaré una píldora literaria dedicada a “Ruin” de John Gwynne. Os dejo con los Stratovarius y su “Cold Winter Nights”:
Nos leemos.
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