(Píldoras Literarias) "Los Condenados: Una Aventura de los Dragones de Cuera" de Juan Carlos Sánchez Clemares.


Hola a todos de nuevo.


El caso es que después de la maratón de vikingos entre Abercrombrie y Gwynne pegué un volantazo y me puse a leer novelas históricas. Para que el cambio fuera mayor volví la vista a un escenario desconocido para mí: la América del siglo XVIII.


En la secundaria llegué a ver la llegada y partes de la expansión española por el continente americano. Y en la facultad me impartieron clases sobre el impacto económico del oro y la plata americanos, las reformas administrativas de Austrias y Borbones para su explotación y el proceso de independencia. Lo que he dado en llamar: “Historia de los gobiernos”; y no de la gente que allí vivía.

De modo que busqué mitigar esa laguna con una serie de lecturas fuera de mi zona de confort. La primera fue este álbum, cuya primera toma de contacto me sobrepasó por la cantidad de realidades culturales que desconocía:



Pero que me sirvió para entender mejor el escenario de la novela de la que os habló hoy.

Os pongo en antecedentes. Virreinato de Nueva España. Una inmensidad nueve veces el tamaño de Andalucía. Con una densidad de población estimada ridícula. La presencia española se reduce a la capital y a una cadena de misiones y presidios (cuarteles militares) con la misión de proteger los ranchos dispersos. Dentro de los soldados allí destacados, siempre pocos, expuestos a abusos por parte de los oficiales y pagados poco y tarde, sobresalen los dragones. Un tipo de tropa europeo. Caballería ligera armada con lanza, escudo, fusil, pistolas, espada… que en este caso abandona la armadura metálica europea y la sustituye por la “cuera” un gabán sin mangas de piel de bisonte mejor adaptado al clima del lugar y que proporciona suficiente defensa frente a las armas de los indios.

Indios que lejos de configurar una cultura homogénea presenta multitud de realidades. A los cuales las autoridades españolas y los misioneros buscan asimilar cada uno a su manera pues consideran que sin ellos es imposible mantener el control de ese territorio.

Lo que se demuestra harto difícil dada la estrella ascendente de los comanches. Su confederación de tribus, bien provista de caballos y armas de fuego vendidas por ingleses y franceses, está expulsando a los apaches de las llanuras. 

Obligados por el empuje de sus enemigos, los apaches acuden a territorio español buscando armas y caballos con que luchar en igualdad de condiciones con los comanches. Pero por desgracia para ellos, las autoridades españolas, un gigante con pies de barro, mantiene una política estricta de no proporcionar a los indios ni lo uno, ni lo otro. En cambio les ofrece tierras que cultivar y protección. Algunos indios lo aceptan, otros no. 

Para muchos apaches, la idea de renunciar a su modo de vida y asentarse es poco menos que un insulto. Aún así hay quienes lo aceptan. Pero la protección ofrecida por las exiguas tropas españolas no siempre es eficaz. De manera que las partidas de guerra apaches asaltan ranchos, misiones, poblados y presidios para conseguir cuanto necesitan para luchar contra los comanches, incluidos niños a quienes educar como bravos de la tribu.

Este es el escenario en el que se desarrolla esta novela. En ella seguiremos las andanzas de un pelotón de dragones de cuera un tanto especial. Todos ellos encallecidos veteranos, un variopinto grupo de gente de la tierra, curtidos y capaces de vivir sobre el terreno. Así, sirviendo a la corona en plan “escuadrón suicida” tenemos a cristianos viejos, un posible descendiente de judeoconversos, un zambo y un indio a quienes les empotran a un capitolino de buena familia. Este novato se ha visto envuelto en un escándalo y en vez de una ejecución pública le han mandado allí para “desaparecer” sin traer más deshonra a su noble apellido. Él nos servirá de personaje introductorio. Gracias a su bisoñez el autor puede utilizar a los veteranos para explicarnos cómo funcionan las cosas en la frontera. Y ya de paso, venido de un entorno más civilizado, será la voz de la conciencia del pelotón.

En cuanto a la trama, el autor hilvana una historia propia de Alejandro Dumas. Tenemos espías franceses, una mujer fatal, el tesoro de Sierra Madre, lances de honor y momentos de picaresca. Ingredientes rematados con un poco del “Ivanhoe” de Walter Scott en su desenlace.

No puedo dejar de mencionar el tema de la alteridad que siempre me llama la atención. Empiezo a constatar una diferencia llamativa entre los autores de lengua española e italiana y los anglosajones. Entre los primeros encuentro con más frecuencia un cierto respeto por el otro. Así, en esta novela que nos ocupa, sí bien hay profundos odios entre algunos personajes y los indios, estos últimos no dejan de ser presentados como personas con sus propios valores, con las cuales se puede llegar a entendimientos y proyectos de vida común. Del mismo modo, hay momentos en los que se les reconocen sus méritos. De hecho, por momentos me recordó el trato de F. Herbert a los freemen en “Dune”. Sólo le falta decir aquello de que “no les sobraba una gota de agua en el cuerpo”.

Algo parecido ocurre con el principal contrabandista francés. Me gustó mucho el desarrollo de este personaje, a cuyo pasado y motivaciones se le dedican páginas suficientes para no convertirse en un típico “villano con mostacho”. 

En cuanto a puntos negativos, lo primero, no leáis los prólogos y presentaciones hasta terminar el libro. Es una pena, pero la novela empieza con un evento capital para los protagonistas, estilo media res, y os le destripa. Y lo segundo, hay momentos en que el autor se explaya demasiado dando explicaciones. Luego la trama transcurre fluida y los momentos de acción son trepidantes. Pero algunas cosas resultan reiterativas.

He mirado a ver si la novela tiene continuidad y no he encontrado más, pero se adivina esa intención. De ser así reconozco que me he quedado con ganas de saber más de las creencias de los apaches. Se mencionan tabúes que desconocía y me intriga saber qué más aventuras vivirán estos “que caminan y son muertos”. Del mismo autor me he apuntado "El Pueblo de las Nubes" para más adelante.

Es todo por hoy. Os dejo con los Iron Maiden y su “Run to the hills”. Tiene guasa habida cuenta del papel que cumplen los ingleses en esta novela:



Nos leemos.


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