(Píldoras Literarias) Sombra, Hambre y Furia de los Dioses por John Gwynne.
Hola a todos.
Este noviembre ha sido un mes ajetreado y diciembre apunta maneras. El caso es que el blog me gusta actualizarlo desde el ordenador de casa, una vez terminada la jornada laboral y con la cabeza despejada. Condiciones de las que no he disfrutado, sobre todo de la última. De ahí que me podáis ver un poco más activo en otras plataformas que manejo desde el teléfono móvil en los tiempos muertos del trabajo.
A lo que sí que me he dedicado es a leer. Algunos ya lo sabéis por Facebook y Goodreads. Pero voy a compartirlo también por aquí. Y ya de paso añadiré alguna consideración adicional.
Empiezo por los Bloodsworn de míster Gwynne.
Lo principal es que se trata de una novela trepidante. Libre de prolegómenos y explicaciones (la ambientación ya quedó definida en el libro anterior) la historia se desarrolla ante nuestros ojos brindándonos acción a raudales.
En el primer libro, el personaje de Elvar, a parte de sonar a taberna en élfico, se me antojó un tanto meh. Eso de rebelarse contra las convenciones sociales y rechazar el rol de esposa y madre quedaría mejor si el autor no hubiese puesto tanto empeño en presentarnos una sociedad sin roles de género marcados. Me explico, la ambientación está llena de mujeres de armas tomar y con mando en plaza. Además, si un personaje tiene dos guardaespaldas, uno es hombre y otro mujer. Si hay dos guardias en una puerta, ídem. Cuando montan un grupo de rescate también son mitad y mitad. Hasta Vesli y Spert, los vaesen que acompañan a Orka, son macho y hembra. De modo que lo dicho, en el primer libro Elvar nos sirve para ver el funcionamiento de una banda de mortales comunes que viven de enfrentarse a trolls, cambiantes, brujos y cosas aún peores. Pero no me convencía cómo estaba diseñado el personaje.
Eso cambia radicalmente en el segundo libro. El autor dedica más páginas a profundizar en el pasado familiar de la guerrera con lo cual apuntala de manera muy consistente un personaje que se me hacía un tanto hueco. Y aún así queda más para contar en el tercer libro con giro instrumental incluido.
Otra cosa que cambia en el segundo libro es que Biorr y Gudvarr tienen sus propios capítulos. Sí, la cagarruta de Gudvarr adquiere voz propia. Pero resulta interesante. Su personaje, que en su pueblo se las daba de gran guerrero, descubre, muy a su pesar, que no lo es. Así, gracias a él podemos ponernos en la piel de lo que es ser un hombre normal y corriente atrapado en medio de conjuras que le vienen grandes y monstruos de todo tipo y condición. Empieza queriendo medrar y termina arrastrándose para sobrevivir a cualquier precio.
En cuanto a Biorr, sigue el patrón de “qué buen vasallo, si tuviera buen señor”. Es una buena persona. Sus amigos, la familia con sangre del dios jabalí, son entrañables. Pero en su desesperación se han agarrado a un clavo ardiendo. Será a través de sus ojos que veamos lo que se cuece en el lado de “los otros” y entendamos los motivos de quienes los siguen.
De esta manera, entre los dos le dan más profundidad al mundo que nos describe el autor, por lo que el añadir los capítulos de ambos personajes me parece un completo acierto. Aunque me encantaría estar allí para dar de collejas a Biorr y estrangular a Gudvarr.
Lo que no me acaba de convencer es el imperio meridional al que viajan Varg y compañía. No me malentiendan. La historia de Varg es mi favorita. Sus capítulos, con toda su violencia, “is Vigrid after all”, son los que más buen rollo transmiten. Lealtad, entrega, camaradería... los Bloodsworn son una familia por la que estaría dispuesto a sangrar. Lo que me descentra es la mezcla de características entre Rus, Bizancio, Estambul y los khanes de Crimea. Hubiera preferido que el autor se ciñera un poco más a un modelo cultural, igual que hizo al norte. Además deja en el aire el Ragnarok de los dioses del sur. Lo del norte queda diáfano como el cristal. Vigrid está perfectamente definido. Iskidan (¿De Iskander/Alejandro?), por el contrario, me resulta un batiburrillo confuso.
Termina el viaje en compañía de Varg, Orka, Elvar y demás feroces guerreros. ¡Y qué viaje!
Fabuloso colofón a la saga.
Mantiene de sobras el nivel de la entrega anterior.
Bajo la sombra de hambrientas y furiosas divinidades a fuego y acero se derraman mares de sangre en un no parar de desquites y ajustes de cuentas.
Más que recomendable. Sí ya has tenido tu ración de personajes introvertidos e indecisos, y buscas un enfoque más directo y resolutivo, no lo dudes y embárcate rumbo a la aventura... Y al peligro.
¿Qué puedo añadir de este tercer libro sin reventaros nada? Pues que en él míster Gwynne eleva la historia a niveles épicos. Todas los personajes confluyen en una confrontación apoteósica. En libros anteriores nos cuenta que hubo un Ragnarok. En este nos narra uno de principio a fin y con todo lujo de detalles. Y eso sin dejar de darnos alguna que otra sorpresa.
No puedo terminar sin mencionar el desarrollo del tapado de la novela: Lif. La historia del hijo del pescador y su feudo de sangre está en un segundo plano durante los tres libros, pero, en lo que a mi respecta, la considero mejor desarrollada y más satisfactoria que la historia personal de Varg.
Para terminar, voy a añadir unos comentarios generales a la saga en su conjunto.
En cuanto a la narrativa, míster Gwynne me da mucha envidia. Su experiencia en grupos de recreación histórica queda nítidamente plasmada en las escenas de lucha. Es sumamente inmersiva. Su adrenalina es contagiosa. En cuanto a otro tipo de emociones, en estos libros quedan en segundo plano, o limitados a pocas páginas. Lo que prima, cual película de John Wick o "Fast and Furious", es la acción, no la introspección.
Tampoco esperéis personajes sexualizados a lo Juego de Tronos. Aquí se lleva la moda unisex: casco, gorro, cota de malla, pantalones, guantes, botas y cinturón para espada, hacha y cuchillos. No salgas de casa sin un buen cuchillo, o mejor con dos. El escudo es el complemento obligatorio si quieres ver amanecer un día más…
Hay pocas excepciones, las primeras apariciones de Helka y su hija a ojos de Gudvarr y la prostituta pelirroja. Se menciona por encima que hay hombres también vendiendo su cuerpo. Pero lo que se enfatiza más a menudo es la capacidad de lucha y el poder, o su ausencia, de los personajes. Tampoco incide en las escenas de cama. Se apartan del grupo para ello, empiezan a desvestirse, fundido en negro, charla de pareja emotiva alguna vez, no siempre, vuelta al grupo, chascarrillos sobre lo ruidosos que han sido… Ni menstruación, ni un embarazo no deseado. Todo lo contrario que Abercrombie en “La Era de la Locura”.
Como vais viendo es fantasía contemporánea. Algo así como un videojuego multijugador online en el que las skins de los personajes no influyen en el desempeño de su categoría. De modo que no os sorprenderá que haya representación del colectivo LGTBI, “—¿Te gusta Menganita? Mala suerte, ella prefiere las mujeres”. Poco más. No incide tampoco en ello.
Retomando la comparación con los videojuegos, la estructura del relato también se parece. Me explico. Tenemos la historia del juego, misiones principales, secundarias, individuales, de grupo, de raid con el gremio y eventos de final de temporada con varios gremios a la vez. Los que le habéis echado horas al PC me entenderéis.
Luego hay alguna referencia/préstamo/homenaje a otros autores. Una estratagema del amigo pelirrojo de Varg ya la había leído hace años en otra parte. Biorr cita nada menos que a Shakespeare. Y luego está el: “—Los rumores sobre mi muerte han sido terriblemente exagerados”. Imagino que sean guiños al lector del tipo: “mira yo también leí/vi lo mismo que tú antes de empezar a escribir”.
Y nada más, tan sólo recalcar lo mucho que he disfrutado este viaje por la ruta de las ballenas en compañía de míster Gwynne y sus personajes. Tanto protagonistas, como secundarios se hacen querer. Muy buen trabajo caballero. Brindo a su salud.
Os dejo con Therion y su “Midgard”
“No alabes el día hasta que haya llegado la tarde; no alabes a una mujer hasta su pira; no alabes una espada hasta haberla probado; no alabes a una doncella hasta que se haya casado; no alabes el hielo hasta haberlo cruzado; no alabes la cerveza hasta haberla bebido.”
Proverbio escandinavo.
Nos leemos.
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