(Charlas con los Lectores) De filósofos, dragones y otras criaturas mitológicas.

 

Hola a todos.

El caso es que a lo largo del tiempo he ido acumulando un buen surtido de seres divinos o cuasi divinos que deambulan bajo los tres soles de Ital. Los más típicos son los dragones, en su mayoría vinculados a los dioses Sthalos y Thalis. En la última entrega de la historia de Sebas mencioné a Niebla Oscura, dragón negro servidor de Piaga. Y ha habido quien se ha sorprendido de tal vinculación o servidumbre. De manera que procedo a explicar cómo es eso.

Veamos, empezaré por el armazón teórico y las fuentes detrás de la narración: Platón, Dumezil y Tolkien. Pero sin profundizar en exceso.

En el platonismo las ideas puras y perfectas carecen de materia, de hecho, conforme se materializan se corrompen o degradan. Así, en el siglo XI un teólogo bizantino (Miguel Pselo) lo aplicó a la doctrina cristiana y “corporeizó” al demonio, que previamente se interpretaba como un espíritu maligno quien actuaba tentando a los hombres y no actuando él directamente. Esta es la base teórica detrás de la corrupción de Morgoth, quien estaba atrapado en su cuerpo físico de lo bajo que había caído y lo mucho que había dispersado su poder para disponer de nuevos horrores con los que atormentar a la Tierra Media. Pues el mal en la obra de Tolkien no puede crear, sólo corromper. 

Algo similar ocurre en cuanto a los istari, espíritus “nerfeados” enviados bajo forma mortal/corpórea para ayudar contra Sauron. Pero actuando entre bambalinas, al estilo de los profetas bíblicos tras los reyes Saúl y David.

Siguiendo estos modelos, en Ital planteé una cosmogonía inspirada a un tiempo en el “Timeo” de Platón y la de Tolkien. Sólo que, en lugar de la poderosa imagen de un ángel rebelde frente a los Valar, propuse un escenario más fracturado con cuatro bandos interactuando entre ellos (por aquí asoma ya M. Moorcock).

Luego para categorizar a los diversos dioses recurrí por una parte a la alianza en la que militan (Bien/mal/neutral/caos) y por otra a su esfera de influencia. Aquí es donde entra G. Dumezil. Este investigador aplicó la teoría de los tres órdenes: los que rezan, los que luchan y los que trabajan; a las divinidades integrantes de los panteones indoeuropeos. Después, seguidores suyos fueron afinando categorías y subcategorías. Imitando este planteamiento, en Ital atribuí a cada divinidad un área de influencia: Saber, valor, artes o elementos.

Concretando lo dicho, en Ital los dioses son concebidos como entes de energía con consciencia propia que pueden materializarse dejando atrás la mayor parte de su poder. Por eso, como los señores de las espadas de M. Moorcock, pueden ser desterrados de un plano, pero difícilmente destruidos por completo.

Llegado un momento de la historia de Ital, los poderes neutrales alzaron el Edicto de Heimad: su objetivo era impedir que los dioses bajasen al plano mortal para hacer y deshacer a su antojo. 

Algunos dioses menores vieron en ello la oportunidad de desligarse de sus superiores y aceptaron quedarse en Ital con su poder mermado. Los más frecuentes en las partidas y relatos son los dragones de primera generación como Nerdrali o Magalatoz. Pero hay muchos otros como habéis podido leer.

En ese punto de la historia introduje el concepto del “diminish” tolkiano. En parte derivado también del “Libro de Enoch” y los gigantes descendientes de los ángeles caídos. La estirpe de estos seres exiliados era cada vez más numerosa, pero sus individuos menos poderosos. Ese lugar común lo encontráis a lo largo y ancho de las historias que público aquí.

En el caso concreto de los dragones, diferencié entre los ya mencionados de primera generación, que acostumbran a ir por libre, los de segunda o tercera, como el dragón rojo Fuegocruzado, a los que suelo presentar más fieles a su patrón original, y los de cuarta y quinta, con los que juego a introducir más variedad de lealtades, como el mentado dragón negro seguidor de Piaga, o el dragón esqueleto leal a Morskul.

Todos estos, al contrario que los de primera generación, carecen de ese respaldo que les permita regresar al otro lado en caso de ser derrotados. De ahí que busquen maneras de escapar a su destino y lleguen al extremo de someterse a los designios de un poder mayor.

Esta es también la situación de los draktar. Aunque por ahora los he presentado siempre leales a la nidada de su color o a algún dragón progenitor.

Otra pista para saber si la criatura mitológica es “más bestia que dios”, como dicen los personajes de “La Amenaza bajo Esgembrer”, la encontráis en las tablas para el juego de rol: si usa magia de divina en vez de psíquica está “canalizando” el poder de otro y por lo tanto se trata de una criatura de cuarta generación o siguiente. Según este criterio, el hijo de Silvara de “El Caballero Negro y el Corazón del Bosque” sería una criatura de este tipo, mientras que a N'akhzul de “Marduk y la Isla de los Cangrejos” lo encuadraríamos entre los de primera generación, con Vaedorden, Phaskenat y otros.

Y esto es todo por hoy. Espero haber arrojado un poco de luz sobre el batiburrillo de ideas, fuentes y referencias que hay detrás de lo que escribo. Os dejo con los Blind Guardian y su “Into the Storm":


Nos leemos.


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