(Cine y Televisión) Irati, la Película.


Hola a todos, aquí estamos una vez más compartiendo ideas e impresiones con vosotros.

Hoy os comento las sensaciones que me ha dejado la película de fantasía "Irati". Adaptación de la novela gráfica del mismo nombre. Hacía tiempo que la tenía en el radar, pues la cabra tira al monte.


Me falta el primero de Vindius y es como ese hueco en la dentadura...

Y por fin tuve una tarde sosegada para poder disfrutarla. Una historia contada en algo más de hora y media que se me ha pasado volando. 

El planteamiento es claro y directo: Tras Roncesvalles, el señorío de un valle en los Pirineos queda en una situación delicada. El señor muere, El hijo es un niño. Los francos presionan por el norte. Los moros por el sur. A la viuda la desposan con ellos buscando una alianza que los proteja de los francos. Y al regresar el heredero a la mayoría de edad se encuentra con que otra familia de nobles le quiere comer la tostada.


Ahora bien, tras leer por encima lo que se decía de ella, esperaba otro tipo de película. Qué si espada y brujería. Qué si "Excalibur". Qué si fantasía épica. Qué si "El Señor de los Anillos"... Y claro, me esperaba una película de acción. Pero no. 

Eneko no es Conan, ni Arturo, ni Aragorn. En cierto momento comencé a pensar que podía tirar por el estilo de "Lady Halcón" y marcarse una pelea de espadas al final reivindicando un poco esos comentarios que había leído… pero tampoco.



Ahora estaréis pensando, ¿pues entonces, qué clase de película es? Pues en mi opinión algo más cerca de "El Laberinto del Fauno” o de “La Caída de la Casa Usher”, ya que la verdadera naturaleza de la historia que nos cuenta “Irati” es la de esos relatos góticos en los que el personaje principal se ve involucrado en eventos sobrenaturales que escapan a su control. Y ésa es la función que cumple el personaje de Eneko, no la de encarnar las virtudes de la fuerza, el ingenio o la voluntad de un Flash Gordon, no. Él es el amigo de la familia Usher que va a visitarlos y se encuentra un polvorín a punto de estallar. 


Así, será a través de sus ojos que atisbaremos un mundo pagano y prerromano que se resiste a desaparecer al avance de la nueva religión cristiana. Mención especial aquí por la realización de la película. Me ha gustado mucho como se insinúa la presencia de las criaturas del imaginario mitológico del norte peninsular, para luego verlas emerger de la vegetación, de los cursos de agua, de la oscuridad y de las rocas o desvanecerse de nuevo. Una delicia para mi vista.



De hecho, aquello que conozco y más se acerca al tono y al tema de “Irati” es la obra “Las Nieblas de Avalón” de la escritora Marion Zimmer Bradley publicada en 1983 y adaptada como miniserie en el 2001 con Anjelica Huston. Esos fotogramas de la película en los que la cámara se centra en la talla de la Virgen con el niño sentado en sus rodillas, o theotokos: trono de Dios, me recordaron a las imágenes de la miniserie en los que el mismo ídolo que primero era adorado en representación de la Dama del Lago, al final es vestido con el manto de la Virgen María y adorado como tal. Una suerte de sincretismo o consuelo por lo perdido que en cambio está ausente en “Irati”.


En conclusión, pienso que ver “Irati” merece la pena siempre y cuando no te esperes “la Juego de Tronos española”. El ritmo es adecuado para la historia que cuenta. La realización me ha parecido buena. La fotografía y la iluminación tienen momentos que me han encantado. Las localizaciones transmiten la atmósfera de magia que el relato precisa. La música arropa y ambienta dando el toque folk y pagano en momentos clave. Los efectos especiales cumplen, mucho mejor unas veces (en bosques y cavernas) que otras (al aire libre), pero no es el “Beowulf” de Christopher Lambert, ni el “Solomon Kane” de James Purefoy (la parte de los espejos magistral, me dejó con la boca abierta, luego ya no). 

Una pega sí que la pongo: del atrezzo, la ropa, menos los harapos de Irati, el resto está demasiado nuevo, muy poco sobado, en los nobles me cuadra, pero hasta para ir a cortar y acarrear leña al bosque parece que los paisanos llevan la ropa nueva.

Pero por lo demás, la he disfrutado como un enano y he de decir: Zorionak a los implicados en el proyecto. Ojalá veamos más cosas de este estilo.



Esto último ya es por cuestión personal. Apuntes para reflexionar. Ideas que volcar para desarrollarlas más tarde. Algunos ya me vais conociendo y sabéis qué cosas me interesan. Hay un tema que comparten “Irati”, “Las Nieblas de Avalón”, “Sapiens Bestiae” y otras obras que comento. En ellas aparece la idea de una ancestral divinidad femenina, señora de la vida y de la muerte, y su linaje de mujeres sagradas, o brujas. Bueno, algunos recordaréis, con el cambio de milenio y el inicio de la “Era de Acuario” toda aquella ola New Age. Pues bien, aquello tenía algo de reflejo de la “revolución monoteísta” del inicio de nuestra era hace dos mil años: Judaísmo, mitraísmo, cristianismo, budismo, incluso el platonismo mágico y religioso, llevaban rumiando eso de “me adorarás sólo a mí” desde tiempo atrás (Akenatón ya tiró por ahí). Pero tampoco fue el primer vuelco teológico, religioso o ideológico, llamémoslo X, del que se aprecian rastros.


Así, os quiero hablar de esa Mari, la divinidad suprema de los pobladores neolíticos de este extremo de eurasia, o más bien de cómo se vió desplazada por el indoiranio dios de las tormentas y su prole politeísta a lo largo del tercer milenio antes de Cristo y siguientes. El dios babilonio Marduk acabó con Tiamat, nos cuenta el “Enuma Elish”. Los dioses olímpicos derrotaron a Gea y a sus titanes narraba la perdida “Gigantomaquia”. Los tuatha de danann (a los que se quiso buscar origen en patriarcas bíblicos) expulsaron a los fomoré de Irlanda narra “El Libro de las Invasiones”. En la "Ynglinga saga", Odin y compañía venidos de Asia Menor (descendientes de Príamo de Troya nada menos) conquistan a los vanes (divinidades todas vinculadas al ciclo de la vida y la muerte, a Freya le correspondía un tercio de los caídos en combate). Se intuye un patrón, modelo o recuerdo común ahí soterrado.


Aún así, su recuerdo perduró. Inanna/Ishtar/Astarté la enemiga de Gilgamesh. Tanit la diosa de Cartago. Hécate la infernal. Cibeles y sus sacerdotes castrados. La ya mencionada Freya y la misma Mari. Aquí empieza la especulación pura y dura. Ya os he mencionado los estudios de ADN que aseveran la desaparición del genoma masculino de la península en el 2.500 a. C. más o menos, coincidiendo con la llegada del pueblo de los carros, portadores de otra forma de vida y creencias. Pues bien, creo que fue en ese momento en el que los recién llegados, no sólo impusieron su panteón, su ideología, sino que también las mujeres supervivientes de la población previa, presumiblemente repartidas como botín de guerra, adquirieron la condición de cautivas y de transmisoras de una tradición enfrentada a la de sus dominadores. Es decir, asistimos al paso de linajes de sacerdotisas aceptadas y veneradas por su sociedad, a brujas poseedoras de un conocimiento prohibido, rechazadas y temidas. Es una idea que me resulta sugerente y que subyace por mucha de la literatura que se ha escrito. Algo puede dar de sí.


Y hasta aquí llega la entrada de hoy. Le pegaría más algo de Kepa Junkera, pero como no controlo del tema os dejo con el folk escandinavo de Hedningarna y su “Drafur och Gildur”.



        Gracias por estar ahí. Nos leemos.


Venga, hoy os cuelo un selfie XD


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