Ettins de Jotunheim (Warhammer 40.000)

Tremendo ataque de nostalgia el de hoy.
Repasando archivos, me topé con unas listas de ejército de cuarta edición y un relato que escribí para dotar de personalidad a mis "encogidos del caos":

Hubo un tiempo en que la civilización Squat de la Liga Yrgling era próspera.
Hubo un tiempo en que la civilización Squat de la Liga Yrgling era pacífica.
Hubo un tiempo en que la civilización Squat de la Liga Yrgling era dichosa.

Pero aquel tiempo pasó a la historia.

La ruina alcanzó a los Squat y nada pudieron hacer para evitarlo.
La Flota Enjambre Kraken asoló los Mundos Natales.
Escasos fueron los supervivientes y en el Torbellino buscaron refugio.
Ante su llegada, grande fue el regocijo de los poderes del caos.
Sus heraldos dieron a elegir a los Squats: Sumisión o Muerte.

Y los Squats les escupieron en el rostro.


Finalmente había ocurrido lo que todos en el asentamiento llevaban esperando: Alguien los había encontrado.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que se vieran obligados a abandonar sus Mundos Natales? Haguen ya no lo recordaba.
En cambio, lo que sí sabía, era que el pedazo de roca estéril en el que habían ido a parar sus maltratados huesos, ahora, era suyo. Pudiera ser yermo, inhóspito y pobre, pero no iba a renunciar a él sin luchar. Si su Liga recobraba algún día la riqueza perdida, sería gracias a aquel planeta recóndito al que los Ancestros le habían guiado, junto con la poca gente que se había logrado evacuar antes del colapso de las defensas.
En ellas se quedaron la mayoría de sus compañeros de Guilda. Ahora estarían todos muertos en los túneles, que durante generaciones habían permitido a los suyos arrancar su sustento de la roca, y sus huesos yacerían insepultos. Mas, peor suerte corrieron otros, perdidos en el vacío, derribadas sus naves en la ruptura del cerco al que estaba sometido su hogar. Tres fueron las grandes naves que intentaron salvar los restos de su pueblo, y sólo una consiguió eludir la caza a la que la flota alienígena los sometió.
De poco sirvió que los Ancestros volaran los depósitos de armas y combustible que dejaron atrás. El despegue no se vio obstaculizado. Pero la flota que les debía escoltar, diezmada por la larga contienda, no pudo contener la marea que se abalanzó sobre ellos apenas salieron del campo gravitacional del planeta. Uno tras otro fueron cayendo los grandes cruceros de batalla, sacrificándose para proteger el convoy civil con sus lentas naves de carga, en las que se hacinaban mujeres y niños, tratando de consolarse y darse valor unos a otros.
Una jornada de horror, daba paso a otra, y así siguió, mientras el número de naves supervivientes menguaba y con ellas las esperanzas de futuro de los Squats. Hasta que alcanzaron el Torbellino. Cómo podían saber los Ancestros que aquellas monstruosidades, capaces de derribar las esclusas mejor reforzadas y de rasgar como tela las armaduras más resistentes, no se internarían en esa región del espacio, era algo que Haguen ignoraba. Pero lo cierto era que se habían salvado.
Y ahora, de nuevo, su seguridad estaba en peligro. Y con medios insuficientes debían salir al encuentro del enemigo.
Con cuidado, casi con dulzura, su mano peluda y callosa acarició la pesada combiarma que él mismo había fabricado en el exilio. Y sin embargo, los secretos de la tecnología de sus mayores habían muerto con ellos. Si su padre le viera empuñar algo parecido, se la habría quitado de entre las manos increpándolo por su torpeza, ordenándole despiezarla y fabricarla de nuevo. Ya que en verdad era tosca, primitiva y potencialmente peligrosa para quien la disparase. Pero era lo mejor que tenían, y estaban agradecidos a los Ancestros por ello.
Pues ellos les habían guiado hasta Jotunheim, el planeta de los gigantes, en donde hombres de estatura sobrehumana habían ocultado suministros suficientes como para permitir a una fuerza relativamente numerosa pertrecharse y reparar sus vehículos tras una dura batalla.
Y eso era exactamente lo que Haguen y los suyos habían hecho, reutilizando lo poco que habían conseguido salvar y cuanto habían encontrado allí, preparándose para defender nuevamente a su gente.
Puede que los Ancestros no reconocieran a sus hijos bajo aquellas exoarmaduras de extraña factura, o puede que sí, pero si los gigantes del estandarte de la hidra volvían a reclamar lo que dejaron atrás, tendrían que pelear con los nuevos Ettins de Jotunheim.


Y no se me ocurrió nada mejor que sacar todas las miniaturas de Warhammer 40.000 que tengo pintadas y tirar unas fotos.


Las bases cuadradas sobre las que están posadas las ruinas de la gama de "El Señor de los Anillos" son de ocumen (30cmx30cm) con papel de lija pegado encima, imprimado en blanco y rematado con una mezcla de betún de Judea y barniz mate.


Arrasadores, motos, engendros y un gran demonio 


Rapaxes


Rapaxes, aniquiladores y demonios menores


Unos 70 "encogidos del caos" entre armas especiales, armas pesadas y armamento bolter...
Nunca he vuelto a tener un ejército pintado, y aún tengo cosas sin pintar y sin montar.

Aquí tengo unas fotos menos malas XD:

https://fotos.miarroba.com/morangul/albums/1-wh40k-squats/

Recuerdo que en su día bosquejé algo mas largo, en plan: "Los Ultimos Días de Yrling". No descarto retomarlo por esta vía.

Nos leemos!!!

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